...............¿Y sí nos disparan?- Lo que Alá decida, el Grande y el Misericordioso.
Habríais de ver la cara de tahúr de Christian al ir desgranando sus
aventuras en Afganistán gestionando una empresa de catering que
suministraba los alimentos a las tropas españolas desplegadas en el
reino de los talibanes…Aunque... voy a llevar los bueyes delante del
carro:
Me había encontrado en Urriellu con Begoña y unos amigos del Torrecerredo, durante la cena, va y me dice:
-¿Sabes que día es mañana?
- No, ni falta que m…
- Pues mañana va a hacer veintiocho años que abristeis Amistad con el Diablo.
-¡Joder! Vaya control (Risas).
A la mañana siguiente se dirigieron a Cabrones, yo había quedado en
hacer una visita al refugio a ver a mis sportinguistas Gonzalín y
Melissa y como no, a volar un rato por donde Avigamo sabe.
Seguí sus pasos por la tarde después de dejar bien fijada mi vieja Vaude
Space II -digo marca y modelo porque el fabricante se lo ha ganado- en
la que ha sido su última excursión. Esta excelente tienda bien se
merecería la historia de sus aventuras, solo el desgaste producido por
la exposición a la radiación solar ha podido con ella y así todo se
despide tras un mes plantada en la Vega de Urriellu. Mi confianza en
ella era ciega: Unos amigos en travesía desde el Picu, me dicen en
Verónica al enterarse de que tenía allí un depósito:
-Hay una tienda verde hecha polvo en la Vega tras la tormenta de ayer.
-Fijo que no es la mía.
Efectivamente. (Hice un porteo a por agua para comprobarlo… Casi ciega)
Era media tarde de tertulia en Cabrones cuando un par de individuos de
aspecto patibulario con dos armarios de los de antes a la espalda
ascienden desde la fuente. Lo que sucedió y salvo Alzheimer de por
medio, no se me olvidará jamás. Uno de aquellos cow-boys se me quedó
mirando como si fuera a desenfundar, podéis jurar que no le fui a la
zaga…
-Tu eres Alfredo Iñi..
-¡Christian!
11 de Agosto de 2008. Begoña flipó. ¡Flipamos todos!
Tras abrir la vía, en el Ochenta, mi colega se bajó a Gijón, a casa de
mis padres, unos días después le acercamos a la Robla y durante
veintiocho largos años jamás coincidimos. Era llegar a Urriellu y
decirme: Íñiguez, ayer bajo Christian o estuvo la semana pasada, era
como una maldición, además, en un alarde de estoicismo, jamás nos
preocupamos excesivamente en contactar. Al fin y al cabo, ya nos
veremos...
Decíamos ayer… Tengo un bagaje de recuerdos en montaña que es mi único
patrimonio, más, estos días, en compañía de mi amigo del alma, primero
en Cabrones, después en Verónica a la sombra de Mariano, contándonos lo
que había sido de nuestras vidas tal que un examen de conciencia, se
escapa a lo que hubiera podido imaginar jamás.
Sin olvidar los requerimientos de los colegas a relatar nuestras
aventuras de juventud. Kike junto con Jose. nuevos guardas de C Verónica
son testigos fiables.
La memoria nos juega en ocasiones malas pasadas. A la hora de hablar de
los Ochenta, la distancia de casi tres décadas puede llevar a confundir
lo vivido con lo soñado. Es por eso por lo que que ciertas referencias
son como faros en el proceloso mar de los recuerdos.
Esta bien decir bota dura, con todo lo que implica, transición al pie de
gato y nos entendemos a la perfección. Pero si citamos Súper Gratton,
se nos encienden los ojos…Estas fantásticas herramientas pertenecen en
realidad a los últimos años setenta y en una opinión generalizada entre
los recios de la época; su diseño como calzado alpino rozaba la
perfección. Una verdadera pena que no se fabriquen hoy en día. De la
misma manera el viejo diseño del casco Galibier, que Climax fusiló,
junto con el arnés Willians: El Troll o el Mark 5, unos pantalones
blancos y unos aluminios Simond y no menos importante, una melodía
fijada en el córtex, Rollings para nota. Zepellin, matrícula de honor.
Si tras lo anterior uno tenía la suerte de dar con sus huesos en el Picu
o en el Tozal, Tarradest, Regina...Riglos y era capaz de dejar aparcado
el canuto unos instantes, lo mínimo, justo el tiempo de coser al
"boudrier" un as de guía para acto seguido "encalomar" una Rabada, una
Guirles o tentar al destino en alguno de los quintos superiores de
Gálvez: Cuestión esta que merecería un par de artículos…Uno...andaría
rondando la felicidad.
Hay décadas que conforman diez años: Perogrullada. La que nos ocupa
nació adulta...1980...Nunca hubo, pienso, tanta concentración de talento
a la vera del Urriellu: La Sabadell, Mediterráneo, El vuelo del Dragón,
Capricho de Venus, Amistad con el Diablo, Pilar del Cantábrico..... El
Cainejo; tal como se abrió, el que suscribe, recibió uno de los regalos
más grandes de su vida viendo desde la Martínez Samoano, maniobrar al
Marqués de la Vega: Claudio Sánchez, Tito, surcar el mar de la cara
Este, una mañana memorable.
No se puede explicar lo inexplicable. Francisco Blanco que eclosionó en
1983 con un poderío insultante, cuando habla del Ochenta, ese regalo de
los Dioses, se emociona. Afirma que se subió a las espaldas de la "Free
Climbing" la "New Wave" como teníamos la costumbre de autodefinirnos. La
modestia no estaba entre nuestros defectos.
Decía Gálvez, el de los quintos superiores, que en el fondo éramos unos
aficionados y tenía y tiene toda la razón objetiva. Salvo los
"Murcianos" y el gran Sevi, así era. Medio hippies, apenas se entrenaba,
incluso estaba mal visto. Pero nadie discute, casi treinta años
después que el año 1980 está en la mitología del alpinismo español.
Decía el gran Pedro Udaondo, junto con Schulze, el máximo piquista de
todos los tiempos que el Ochenta rozaba el milagro. Él, que por supuesto
y varias veces, surcó las rutas de la cosecha, sabía de bouquets.
Hecho lo difícil, apoyados en los grandes de las anteriores décadas,
forzado el paso clave, estaba la maniobra en bandeja. El alpinismo
español alcanza la mayoría de edad. Yosemite, Himalaya, Patagonia...
Citar nombres sería insultar a los que se quedaran en el tintero. Al
Diablo gracias, hay suficiente literatura de la época donde buscar los
nombres y a los hombres. Digo hombres en genérico, aunque las chicas,
como Gálvez; el de los quintos superiores, se merecen un capítulo
aparte.
Como después de acordado, cualquiera tiempo pasado, fue mejor: Decía
Jorge Manrique en sus coplas a la muerte. Qué fuera la de su padre, era
accesorio.
A nuestro parecer no es cierto o al menos, no siempre lo es, más no será el que suscribe quien niegue el Siglo de Oro.
Entre los escaladores, muchas veces, nada es lo que parece.
Mil novecientos ochenta, magia, no existe otra palabra que pueda describir tanta concentración de talento a la vera del Picu.
Imaginaros amigos, el guarda era Tito ¡¡¡Chiliiin!!! El ambiente estaba
garantizado, yo, que apenas tenía dieciocho años, me pasé casi todo el
verano en Urriellu y fui testigo de esas aperturas, hay anécdotas
increíbles, una tarde de julio y tras varios días de mal tiempo, la
guardería se había quedado sin un pobre chupito que llevar al coleto
aquella noche y tras cenar, solo se nos ocurrió sortear una expedición a
Bulnes en busca de suministros etílicos.
Podríamos ser unas veinte personas, los murcianos, Wenceslao y Valett
de la Sabadell, Torres, Francis, Tito y un servidor del Principado,
Cristian, Mora y Gálvez del Foro………..
En fin, quiso el destino que fueran Torres y Francis los
expedicionarios, bajo un telón de agua de dimensiones bíblicas, en una
noche negra, que daba miedo, descendieron a Bulnes por Camburero y en
poco más de tres horas estaban de nuevo en la Vega para alborozo de los
allí presentes, no os voy a engañar, las horas siguientes fueron épicas,
pero ¡Ay amigos ¡Al amanecer, el día perfecto, límpida atmósfera, y una
patética banda de desechos humanos.
Los Gallego, que actuaban como profesionales, en un esfuerzo digno de
encomio ascendieron por sus cuerdas fijas a mediodía, mientras que a lo
largo y ancho de la Vega yacía la flor y nata del Urriellu en unas
condiciones lamentables.
Otra situación surrealista fue la siguiente, limpiando los Murcianos la
Mediterráneo avisaron con grandes voces que iban a tirar unos bloques,
estarían ya a cuatrocientos metros del suelo y un despistado que rondaba
la base de la pared salió corriendo pedrera abajo y en su afán se
produjo un fortísimo esguince en un tobillo, se avisó por radio a la
Benemérita y para asombro de todos sobre las once de la noche y bajo un
fortísimo aguacero surgieron dos números de la Guardia Civil, con capote
, “chopo” y claros síntomas de hipotermia, les atendimos como madres,
les dimos ropa seca, Tito les preparó la cena, regada con buen vino que
de aquella, porteaba de la Liébana por El Cable, alguien tuvo la osadía
de liar un porro delante de ellos y mientras lo hacía les comentaba a
los guardias que era para relajar el cuerpo de los rigores de la
escalada, bien, imaginaos nuestras caras cuando el mayor, pasaría de
los cincuenta, contestó, y es literal y rigurosamente cierto:
”No te preocupes chaval, nosotros al acabar el servicio también nos relajamos tomando unos vinos”.
Cuenta Paco Ballesteros que durante la primera del Cainejo por parte de
Tito y Alfredo “El Cazador”, nos encontrábamos repitiendo la
Martínez/Somoano; que por cierto, era la cuarta repetición absoluta;
Mora, Cristian y yo, es cierto.
En aquellos días era un” Coco” de vía, tened en cuenta que su apertura
databa de 1974. Los aperturistas en aquel año pasaron a pelo ¡¡¡Y con
bota dura!!!
Pues así fue, en efecto y os diré que ver al amigo Claudio Sánchez
trazar La Cainejo fue uno de los espectáculos más memorables de mi vida
de alpinista, se tiró largos a cuarenta metros, sin seguros, con un
estilo y una elegancia que en directo, jamás volví a ver.
Una situación extraña me ocurrió a mí personalmente con el hermano menor
de los Murcianos, acompañaba a sus hermanos, porteaba y les asistía
pero no le dejaban escalar, Si mal no recuerdo, era un año más joven que
yo. Creo, que Miguel Ángel le había prometido a su madre que no se lo
permitiría; Tres locos en la familia era más que suficiente. Una tarde
bajaba de hacer la Nani y me esperó a la salida de la Celada, y desde
allí me suplicó dar la vuelta hasta la sur. Ascendimos rapidísimos y me
hizo prometer silencio sepulcral sobre el tema, yo por mi parte cumplí
mi palabra y no debió trascender la fantasmal ascensión pues Miguel
Ángel siguió durante un tiempo llamando a casa de mis padres, para que
le informara sobre el tiempo y las condiciones en picos.
Era un tiempo donde el valor y la intuición primaban sobre el
entrenamiento específico, aunque en confianza os diré, que éramos más
alpinistas en el sentido tradicional del término, puesto que aprendíamos
en el mismo terreno que a la vez era el objetivo de nuestros afanes.
Sabréis de los problemas que las nuevas generaciones tienen para
transferir lo practicado en el rocódromo o en las escuelas normalmente
hiper/aseguradas, al ámbito de la alta montaña, pero en fin es ley de
vida y cada generación tiene sus propios problemas. Los nuestros eran
fundamentalmente la falta de medios.
De Amistad con el Diablo, lo primero el nombre, viene del tema de los Rollings, Sympathy for the Devil.
La abrimos en cuatro días con muy pocos seguros, tres el largo más
equipado y éstos, eran tornillos de diez mm., perforábamos la caliza con
un burilador de 9 mm y al introducir un tornillo de mayor diámetro,
quedaba fijado.
Éramos amantes de los Stones, pero también de Zepelling, tras un cambio
de opiniones, memorable, yo le dije a Christian que si la bautizábamos
en castellano, simpatía no quedaba bien; Amistad era recurrente y las
siguientes generaciones iban a hacer suya la ruta y durante muchos años
la gente entendería igualmente el origen del nombre.
Je Je, ganamos. Vinieron el Rescate Emocional, Brown Sugar......ect.... etc.......
¡Ojo!.. Debo una vía a Zepelling......
Nuestros buriles aseguraron al personal durante más de veinte y cinco años, con buenos saques…
…Recorre la parte central de la este, la gente no daba un duro porque
pudiéramos pasar en libre, la verdad que desde abajo ni nosotros mismos
lo teníamos nada claro, fue un ejercicio de concentración y de
resistencia, parándonos en los pasos y taladrando en equilibrio, sin
otros medios artificiales. Desnivel en el especial El Picu, nº 132, la
describe como la vía más bonita de la pared, estoy convencido de que su
belleza viene del hecho siguiente, nosotros no la abrimos, la
descubrimos, ya estaba allí.
Lo que no sabe la gente es el hambre que pasamos, apenas teníamos comida, quizá algún paso lo dimos por etéreos…….
A raíz de la primera publicación de este artículo me ha puso unas líneas
Eugenio Hevia Molina, quizás no os diga nada el nombre, si digo “El
Galletas” cambiará la percepción seguramente…… Este amigo, que entre
otros hacía cordada con Ramón Portilla, me recuerda las tardes que
pasábamos haciendo boulder en las piedras de la vega de Urriellu. En
honor a la verdad aquellos atardeceres en los que abrimos entre todos,
un sinfín de pasos y que además fueron bautizados puntualmente, eran
memorables. Es una verdadera pena que no hayamos recogido los nombres en
su momento. Hoy nos reiríamos bastante.
Por aquellos años y dentro de la fauna diversa que pululaba por las
alturas había una especie tétrica, los paramilitares. No los chavalitos
de la O.J.E. ni los pobres scouts, no. Auténticas bandas fascistas
perfectamente organizadas y uniformadas: Legionarios de Cristo y cosas
peores…..Vivaqueando en Vega Huerta en compañía de Miguel Riera, a eso
de las seis de la mañana nos despierta una corneta, unos veinte
lebreles, en perfecta formación se marcaron treinta minutos de
instrucción en orden cerrado. Nosotros nos pellizcábamos el uno al otro
mientras, como fin de fiesta, cantaban el “Cara el Sol”. Es más, tenían
un uniforme de “bonito” para la instrucción que sustituyeron por el de
faena al dar por terminado el espectáculo. Ni que decir tiene que
plegamos velas y salimos como motos hacia la Canal del Pájaro, debimos
de reaccionar a la altura de “La Losa”.
Precisamente con Miguel nos ocurrió en 1981, año que estuve trabajando
de guarda en Vega Redonda, una anécdota que paso a relataros:
Como no tenía clientes, era por semana y estábamos los dos solos, nos
retiramos temprano con la intención de salir de madrugada al día
siguiente, hacer la norte del Requexón y estar de vuelta en el refugio
lo antes posible.
Serían poco más de las doce, cuando empezamos a oír ruidos en el
exterior del refugio y destellos de linternas, hasta ahí nada extraño.
Lo que nos empezó a "mosquear" eran unos extraños ruidos guturales que
iban en aumento y rodeaban el refugio (Para los chavales jóvenes,
estamos hablando del antiguo) de la misma manera, las luces alumbraban a
través de las ventanas y la puerta, pero nadie entraba, ni hablaba ni
siquiera picaban en la puerta.
Miguel y yo escondidos en el saco y como los monos de Gibraltar.
Va y me dice murmurando:
___Sal tu que pa eso yes el guarda........
___¡¡¡¡Los cojones Miguel, va a salir su p..... m.....!!!!!(En exclamación, pero muy bajo)
Nos arrastramos por las literas hasta las mochilas y sacamos el
armamento pesado, las mazas de escalar y volvimos a dar muestra de
nuestro valor a toda prueba, volviendo a escondernos en los sacos.
Pasamos cerca de media hora escuchando retrepados aquellos extraños sonidos hasta que de repente una voz dice:
__Hola... ¿Hay alguien? …Era el monitor de una excursión compuesta por sordomudos.
Los chavales al ver el refugio cerrado, no se atrevieron ni a picar,
como hacía buena noche se quedaron rondando por la vega y por la fuente.
Estaban aprendiendo a hablar y practicaban todo el rato entre ellos.
Para nosotros aquellos sonidos desde dentro del refugio resultaban
desconocidos y bastante aterradores. Hasta que llegó el monitor,
lógicamente cerrando el grupo
Eso sí, una vez desecho el entuerto, las risas a nuestra costa se oían en el Jou Santu…..
Volviendo a la Vega de nuestros afanes, una tarde que como era costumbre
estábamos haciendo boulder y fumando unas chucherías, aparecieron tras
un banderín, los componentes de una banda de parecido pelaje a la antes
citada. En geométrico círculo, en cuyo centro colocaron un mástil y la
bandera de la orden, montaron las tiendas. Justamente, unos veinte
metros por debajo del emplazamiento actual de la fuente.
Pero, ¡¡¡Ay amigos!!!! En esta ocasión, no se fueron de rositas. Mora,
que a parte de dar unos extraordinarios conciertos de travesera al
atardecer, era un artista con el lápiz, dibujó una bandera con la
leyenda: Maracas Group, una calavera con las tibias cruzadas y una
hipertrompeta entre los dientes. A eso de las tres de la madrugada, nos
colamos en el centro del campamento enemigo y les dimos el cambiazo.
No veáis la que se armó a la mañana siguiente. Se dio además la
circunstancia que se encontraban en el refugio unos números de la
Benemérita, a los que se dirigieron, presa de la mayor indignación, a
reclamar y denunciar la terrible afrenta sufrida. Nuestros amigos
verdes, pasaron olímpicamente del tema y el ejército de Pancho Villa
abandonó la Vega con el rabo entre las piernas y sin enseña, por
supuesto.
Durante la apertura de la Directísima, en el invierno de 1974, por parte
de los Murcianos. Recibieron estos la colaboración del Maracas,
montañero gijonés del pueblo de La Camocha y de su amigo y compañero
Julito.
El caso es que en 1980, contaba Miguel Ángel Gallego; que durante uno de
los porteos con los que esta pareja participó y en medio de una gran
ventisca llegaron a Urriello, desde Camburero. La puerta del refugio
soldada por el hielo y el amigo Maracas en condiciones polares, picando a
la puerta con el piolet.
Abre Miguel Ángel y tras ver el aspecto de los interfectos exclama:
¡¡¡¡¡¡¡Coño, el Yeti!!!!! A lo que ni corto ni perezoso contesta el
gijonés…………………..
No: El Maracas y aquí Julito ¡¡¡¡¡¡Alpinista, marinero y jugador de frontón!!!!!!
Esta anécdota caló tan hondo, que durante todo aquel verano, el Maracas
triunfó en la Vega y todos éramos alpinistas, marineros y jugadores de
frontón.
La verdad es que frontón había bastante para jugar...........
El primer ocho del que tengo memoria me lo regaló Christian Marín en
1980, lo perdí al año siguiente bajo la tercera torre de Cebolleda. Se
me escurrió entre las manos y se fue a dar un paseo desde la brecha
entre la segunda y tercera Torre hasta el jou Lluengu. Aterrizaría en
Fuente Prieta. Más raro que un perro verde, era de acero inoxidable del
tamaño de los actuales pero de una sección de unos cuatro mm.
Viene esto a colación de lo siguiente: Aunque de aquella ya pululaban
las placas freno -a precio de oro- los indigentes asegurábamos y
rapelábamos con el dinámico y no pocas veces al hombro por lo que el
ocho, bastante asequible de precio, se convirtió en pocos meses en una
panacea para el personal.
Las vías de la este del Picu con los distanciados que aún hoy conservan
recibían su cupo de saques con regularidad y al menos en mitad de las
ocasiones pillaban al asegurador despistado. Normalmente llegaba al
refugio la noticia: En el “Capricho” bajo uno veinte metros”… Joder,
vaya “chute” en la “Amistad” …Tito: Baja un chaval que se “encendió” en
la Cainejo.
Normalmente, no bajaba la sangre al Lluengu pero Titánio- que no daba puntada sin hilo- iba preparando el mercurocromo.
. El que se había caído venía pálido, compungido e intacto pero el pobre
inocente asegurador traía las manos quemadas por las cuerdas. Sin
embargo, no soltaban, se abrasaban los dedos hasta el hueso pero paraban
los vuelos, diez metros tarde, eso sí. Para más INRI, en no pocas
ocasiones ya en la salida de la Celada se oía la bronca que le venía
cayendo al asegurador por parte del asegurado:
-¡¡¡Tío, lo que no se puede hacer es estar asegurando y liando canutos!!! ¡¡¡ Hay que estar al loro!!!
-¡¡¡Joder, ya te dije que metieras algo!!! ¡¡¡Aaaaaaaa...Ayyyyyy!!!
-¡¡¡Qué ostias iba a meter, si estaba más liso que el culo de una mona. Vaya cabronazos de aperturistas!!!
-¡¡¡Aaaaaaaa…..Ayyyyy!!!
En fin, otro de los extras que incluía el ocho era el kit de peluquería.
Las melenas al viento eran comunes en la época y en la sur ver a un
pobre hombre en medio de un rapel, con el cuello girado al límite de la
rotura cervical, las greñas trenzadas en las cuerdas y pasadas por el
diabólico invento y lanzando alaridos y blasfemias era más común de lo
que os podáis imaginar.
Y aunque parezca increíble y vive Dios que trabajó el Ángel de la Guarda
a destajo, en aquellos tiempos se batieron todas las marcas de descenso
por la Celada. Teníamos la deplorable costumbre de salir del refugio
con los gatos puestos- en especial la gente que entraba en la tapia, en
la Oeste- por lo que el descenso también se hacía calzado con los
mismos, a no ser que un buen samaritano te subiera las botas a la base.
Es indudable que había más nieve que ahora, incluso bastante avanzado el
verano y entre el cansancio y aquello de que ya estaba hecha la
actividad; despiste, patinazo y al fondo del jou.
Siempre me dio la impresión que cuando les pusieron “taconín” a los
Super Gratton”-benditos sean”- lo hicieron pensando en los pirados de la
vega Urriellu.
El cuarto jinete, el traidor del “Rompetobillos” Es más famoso que la
Gran Travesía. Cuando más contento que unas castañuelas pensabas que
estaba todo hecho. Ultimo largo de la Cepeda y ¡¡¡Zas!!! Escayola para
dos meses, si había suerte. Es más, durante un tiempo no hubo
absolutamente nada en el paso. Yo recuerdo que metía un bicoin del uno,
justo debajo.
Por eso, cuando el inmortal maestro Udaondo nos contó en la primera
reunión que hubo sobre restauraciones, hace unos años en Quirós
(Recogida en un Desnivel) que él no había salido por ahí en la primera
ascensión, se nos quedó una cara de tontos que algunos todavía
conservamos.
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